Los ascensores forman parte del día a día de casi todas las personas. Los utilizamos en nuestra residencia, lugar de trabajo, centros comerciales y diversos edificios. A pesar de ello, hay quienes prefieren evitarlos debido al miedo a posibles incidentes, como quedar atrapado o que éste se caiga.
El miedo a sentirse encerrado en un espacio reducido puede manifestarse en cualquier etapa de nuestra vida. Sin embargo, cuando este miedo se vuelve excesivo y nos impide llevar a cabo nuestras actividades cotidianas con normalidad, puede tratarse de una fobia. Estas conductas suelen ser aprendidas gradualmente y algunas personas tienen más predisposición a desarrollarlas que otras, como aquellas que padecen otros trastornos de ansiedad o son más propensas al miedo.

Hay dos tipos de fobia, la claustrofobia y la acrofobia. ¿Conoces cual es la diferencia entre ellas ?

La claustrofobia se define como un miedo irracional a los espacios cerrados o reducidos, mientras que la acrofobia es el miedo desmesurado a las alturas.
Si una persona experimenta síntomas de ansiedad al subir o simplemente al pensar en subir en un ascensor, se trata de un miedo relacionado con la claustrofobia, debido al espacio limitado en el que se encuentra.

Por otro lado, si el miedo surge al pensar en la altura alcanzada en el ascensor, estamos ante un caso de acrofobia. La sensación de estar suspendido en el aire se intensifica en los ascensores con paredes de cristal, ya que provoca una mayor sensación de estar suspendido en el aire.

¿Qué síntomas se manifiestan?

Los síntomas que produce la fobia a los ascensores son similares a los de cualquier otra fobia o trastorno de ansiedad. Pueden ser tanto conductuales como físicos e incluso cognitivos:

• Conductuales: Las personas afectadas intentarán evitar subirse a un ascensor a toda costa. Pueden producirse conductas de escape, en las que la persona dentro del ascensor busque desesperadamente una salida, llegando incluso a apretar compulsivamente los botones del ascensor.

• Físicos: Puede generar un gran nerviosismo que puede derivar a una crisis de ansiedad o pánico. Este estado puede provocar distintos síntomas como la taquicardia, mareos, hiperventilación, sensación de falta de aire, sudoración, tensión muscular, dolor de cabeza, síntomas gastrointestinales…

• Cognitivos: Se caracteriza por ideas y pensamientos intrusos e irracionales sobre posibles desastres que podrían ocurrir si nos subimos en uno. Estas ideas pueden llegar a convertirse en obsesiones.

Consejos para afrontarlo:

La mejor vía es acudir a un especialista, la terapia cognitivo-conductual es la más eficaz para tratar este temor, ya que se enfoca en enseñar al paciente a controlar los pensamientos y creencias erróneas que provocan los síntomas. Una de las técnicas que se emplea en esta terapia es la exposición gradual y sistemática a la situación temida, lo que ayuda a disminuir la respuesta de ansiedad ante ella. También existen otros métodos que pueden ser útiles como:

– Haz respiraciones profundas, antes de entrar y durante el trayecto, te permitirá calmar la ansiedad.

– Reconoce los pensamientos intrusivos. como «me quedaré atrapado» o «el ascensor se caerá». El miedo es un mecanismo de defensa ante situaciones que no han ocurrido y tal vez no vayan a ocurrir. Lo importante es aprender a identificarlo y controlarlo para que no te invadan esas ideas.

– Entiende que los ascensores están diseñados con medidas de seguridad que incluyen inspecciones regulares, números de emergencia, alarmas y dispositivos de prevención de accidentes, como puertas de seguridad y sistemas de frenado, que aseguran que el ascensor sea seguro y confiable.

– Intenta distraerte y mantener tu mente ocupada en algo que te guste, como escuchar música, leer un libro o mirar por la ventana. Puedes también conversar con alguien o enfocarte en alguna actividad, como hacer crucigramas o dibujar.

– Vete acompañado de una persona que te brinde tranquilidad y seguridad. Focalizate en pensar en que la mayoría de la gente utiliza los ascensores sin ningún problema, y que a ti no tiene por qué pasarte nada.

– Y sobre todo, no lo evites, exponte gradualmente. La idea es que vayas avanzando gradualmente, mientras fortaleces tus nuevas ideas y pensamientos que reemplacen a los antiguos que te causan angustia al pensar en los ascensores. Empieza por subirte a un ascensor y permanecer allí durante unos minutos, incluso si no cierras las puertas. Luego, trata de subirte y dejar que las puertas se cierren, aunque no te muevas de planta. Repite este proceso hasta que te sientas cómodo y seguro. Luego, puedes intentar subir solo una planta y repetir este proceso hasta que te sientas seguro. Después, avanza a dos plantas y así sucesivamente. Cuando te sientas cómodo y seguro en el ascensor de tu edificio, intenta con otro ascensor que no conozcas.

 

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